El Camino
Cuento dedicado a mi amigo y compañero, Leandro. Cerré los ojos y me dispuse a andar por aquel camino, un sendero delgado y árido. Sabía que atravesarlo no me sería fácil. Al menos algo de mi conciencia había quedado al resguardo. Es curioso, en los momentos próximos a la muerte no queda más que la pura conciencia del sí mismo, del self o cómo lo quiera llamar cada uno. Todo lo demás, incluso Lisa, se había disuelto como polvo en el aire. Ya no quedaba espacio, ni siquiera para los recuerdos con ella. Sus besos la noche previa a mi caída, los cuerpos calientes, pegados uno con el otro como si hubiesen sido hechos para aglutinarse, su mirada, siempre entreabierta como si así lograse mayor poder de seducción. Su voz se acercó a uno de mis oídos, su voz...




