La revolucionaria letra T (por Cristian Nobile)
Contratapa
Delinearse los ojos con la punta de un
corcho quemado, mezclar dos colores de temperas como el rojo y el blanco para
intentar crear un color piel que reemplace a una base de maquillaje costoso,
confeccionar un vestido con papel de diario y cinta de embalar trasparente, elaborar
una peluca con un rejunte de pelo artificial de varias muñecas, simular caderas
o pechos voluptuosos con retazos de trapos… no fue un experimento de una
travesti pobre, sino pasos a seguir que las transgénero en desmedro social tuvieron
que incursionar a principios de los años 90’ tan solo para sentirse por un rato mujeres.
“Trabajar con la creatividad es la que va
cuando no naciste parada”, dijo en varios discursos en marchas del orgullo
gay a lo largo de todos estos años de expresión y liberación, María Fernanda L (apodada por sus
compañeras como La Trapito ),
pionera en ponerse retazos de modal en su pecho y someterse a la peligrosa técnica
de relleno de caderas y glúteos con aceite de avión.
No
todas las trans de aquel entonces corrieron con la ventaja de ser una Bibi
Andersen (actriz, modelo trans), quien a mediados de los años 80’ fue furor en España y
figura de varias producciones cinematográficas del reconocido director manchego
Pedro Almodóvar. Fue también una de las primeras transgénero que tuvo la
oportunidad debido a su situación económica, de someterse al cambio de sexo,
logrando así una identidad definitiva en un país liberal y extravertido para
tiempos que corrían en aquel entonces.
Elegante, sicodélica, refinada y
distinguida, la Andersen
se dio el gusto de ser dueña de una escena donde cantó un tema de Chavela Vargas - Luz de Luna (realizando un
desnudo por completo en dónde exhibió por primera vez sus pechos y su vagina),
como puede verse en el film Kika de Almodóvar en el año 1993. Logrando así
tener otras posibilidades de inserción en el mundo del espectáculo, sucesos que
favorecieron a su imagen como trans en forma positiva. Quien alguna vez se
llamó Manolo y hoy Bibiana Manuela Fernández Chica, tuvo la suerte de ser
reconocida como una mujer en un tiempo y espacio prematuro, no solo por su
belleza, sino también por la trascendencia y los despertares que marcaron sus
diversas apariciones transformándose así en una referente y musa inspiradora de
muchas trans a nivel mundial. Algo similar ocurre en el presente con la
mediática y artista Topacio Fresh quien
cumple el rol de embajadora argentina trans radicada en España, representando a
una faceta del mundo transgénero desde otra cosmovisión, un tanto más chic y
alineada al mundo del espectáculo, poco terrenal y espacial respecto a la lucha
que se propone desde la militancia trans enfocada en otro estrato social. Ellas
son las denominadas “trans-progre”
quienes en la actualidad son etiquetadas bajo este título por poseer una
ideología progresista y tener un concepto de la vida avanzado e innovador.
Hoy, en la Argentina ser una trans-progre o
villera como se suele decir en varios ámbitos de la comunicación comunitaria,
parece ser un trending topic en la red social Twitter, pero no, lejos están de
ser una tendencia. En la actualidad en nuestro país tenemos a varias referentes
que luchan por la inclusión y el colectivo trans como ocurrió con (la
inolvidable) Diana Sacayán, asesinada
en octubre de 2015 que luchó por la ley del cupo laboral trans y Lohana Berkins también fallecida a causa
de una enfermedad en febrero de 2016, y muchas otras más que trabajan en la
diaria por la erradicación de la prostitución en las trans y la estigmatización
que poseen como grupo social, que por ejercer el trabajo callejero, porque otra
no queda, son maltratadas y juzgadas por la sociedad.
“Ser
una activista con pene potencia la lucha”, dijo en el último “Ni una menos” en abril de 2017 Naty Menstrual, una artista trans que actualmente
se hizo acreedora del género “literatura
travesti trash” a nivel latinoamericano, y quien surgió a comienzos de los
noventa en el barrio de San Telmo
cuando se plantó con su puesto de ropa (tipo feria americana). Su nombre fue inspirado
en la actriz y cantante madrileña Nati Mistral. Leerla a Naty es darse cuenta
de la sub-cultura a la cuál pertenecen estas trans, desparramadas en guetos
voluntarios de lucha donde ser las travas marginales les permite portar un
poder de resistencia y fuerza.
Ir a espacios alternativos en Buenos Aires dentro
de la Capital Federal
como, MU Punto de Encuentro, la Casa Brandon , El
Viejo Buzón, entre otros… y encontrar a Susy
Shock (actriz, activista, docente trans y madre de Anahí Bazán Jara)
recitando uno de sus poemas es algo innovador para muchas personas que se
animan a entrar en este mundo enigmático y de continua protesta a través de una
atípica performance dónde la escenografía está compuesta por el puño, la letra
y el papel en mano. En estos espacios y también en marchas en la vía pública, esta
activista se ha presentado infinidad de veces con un bombo en la mano y un
poncho con los colores de la bandera de la diversidad LGBT, sin intención de
mostrar un último diseño de alguna cartera de Chanel ni un instrumento musical de
moda como puede ser un ukelele. Es la
Shock una referente trans que incursiona el
arte under y se anima a hacerle frente a la indiferencia social que opaca al
género sin necesidad de marcar moda o tendencia y dejando la superficialidad
travesti que parece haber quedado tiempo atrás. Podemos definirla como a una
cínica (en referencia a la doctrina filosófica), un animal primitivo, un
monstruito perturbador antipatria que asusta con su maquillaje de pachamama
travesti bañada en tierra fértil en un Halloween ancestral. Romper con el
molde, marcar la diferencia, jugar con la diversidad la posiciona en una de las
referentes con mayor auge de los últimos tiempos.
Susy
Shock denominada “la
trava sudaca” lleva más de veinte años militando por los derechos del
colectivo trans. En la actualidad es dueña de una columna en el suplemento “Soy” del diario Página 12, en dónde es
cotidiano en su escritura (de un lenguaje propio y referente a la inclusión de
género) invitar a reflexionar y mostrarle al continente latino que el lugar de
una trans no es la calle sino una vida digna como cualquier otra persona merecedora
de un hogar, un trabajo estable y condiciones saludables para el desarrollo de
una vida por más patética que sea.
Transgénero es un término global que define
a personas cuya identidad de género, expresión de género o conducta no se
ajusta a aquella generalmente asociada con el sexo que se les asignó al nacer. La
identidad de género hace referencia a la experiencia personal de ser hombre,
mujer o de ser diferente que tiene una persona; la expresión de género se
refiere al modo en que una persona comunica su identidad a otras a través de
conductas, su manera de vestir, peinados, voz o características corporales. El
prefijo “trans” se usa mayormente
para abreviar la palabra “transgénero”.
Aunque la palabra transgénero generalmente tenga una connotación positiva, no
todas las personas cuyo aspecto o conductas no coinciden con su género se
identifican como personas trans. Las maneras en que se habla sobre las personas
trans en el ámbito académico, científico y de la cultura popular actualmente cambian
en forma constante, en particular, a medida de que crece la concientización, el
conocimiento y la apertura sobre este colectivo y sus experiencias. El filosofo
italiano Gianni Vattimo, pensador
contemporáneo y crítico en la actualidad respecto al pensamiento filosófico
posmoderno, apunta que la palabra y el acceso de las minorías en esta era se
han potenciado. Sobre todo, dentro del marco del compromiso ideológico, tanto
desde el público militante como del rol que cumplen las agrupaciones políticas
vigentes.
Comenzar a derrotar la cultura de la clase
dominante a través de la pluralización de la palabra trans, indica un punto de
vista unitario que arroja distintas realidades determinando así que no hay una
única cultura. Lo que logra haber llegado a una instancia de reconocimiento
dentro de este colectivo, que combaten a diario con el flagelo de la exclusión.
No hay una definición de transgénero para Susy
Shock. Como referencia tenemos al nene que quiso ser nena desde que nació como
ocurrió con Luana Mansilla, la primera
nena trans en la Argentina y el mundo, quien desde una temprana edad supo
encarar su identidad como se describe en el libro creado por su madre Gabriela Mansilla, titulado Yo nena, yo princesa. Un actor social no
tiene por qué tener un título o nombre para recibir una aceptación de la
sociedad dentro de lo que es ser una persona “normal”. Cuando somos sujetos extranjeros a esa identidad es
cuando no podemos saber qué se siente ser ellas. Puto, puta, trola, trolo,
travesti, trans, travesaño, transexual, maricón, maricona, no importa como se
las encasille, solo hay una condición en este laberinto de pasiones, ser y
dejar ser.
En
el último disco de Miss Bolivia seudónimo
artístico de la cantante, compositora y dj, Paz Ferreyra, llamado Pantera y editado por la discográfica Sony Music, un poema de Susy formó parte
de uno de sus tracks, titulado Monstruo Mío:
“Yo pobre mortal, equidistante de todo, yo primer hijo de la madre que después
fui, yo reivindico mi derecho a ser un monstruo. Ni varón, ni mujer, ni xxy, ni
h2o, yo monstruo de mi deseo, carne de cada una de mis pinceladas no quiero más
títulos que cargar, no quiero más cargos ni casilleros a donde encajar,
reivindico mi derecho a ser un monstruo y que otros sean lo normal, amén”. Luego
de esta importante participación desde la poesía vinculada a la música y
avalada por una productora como lo es Sony
Music, se puede observar cuan lejos pudo llegar un alma que alguna vez
estuvo vacía y rebasada de tanto dolor, una vida transformada por la constante
resistencia y fuerza.
Susy
Shock en su cuarto y último libro CRIANZAS
reivindica cual es el mandato “T” en la sociedad actual a través de la latente
y joven literatura Queer (enfocada en un
conjunto de ideas sobre el género y la sexualidad), reforzando que no se
trata de ser prostituta y tener alguna enfermedad de transmisión sexual para
ser una trans. Hoy Susy revoluciona a la letra “T” y reubica a la palabra
“natural” dentro de la comunicación alternativa e independiente, erradicando
así fulminantemente a la palabra “normal” utilizada por el común denominador de
las personas y aquellos medios masivos de comunicación tradicionales, cuando
quieren referirse a algo cotidiano y corriente o que está bien.

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