“LOS PLANETAS NO HABLAN. LOS PLANETAS NO SUEÑAN. LOS PLANETAS NO DESEAN” (por Ursula Tripel)


INTRODUCCIÓN
                                                                                                             
                           “Anna Freud, Erdbeer, Hochbeer, Eierspeis, Papp”  [1]

    Tal como nos señala la experiencia de la lectoescritura somos capaces de bañarnos de palabras y citas de aquellos Otros de la enseñanza psicoanalítica, que nos hablan y pueden ser retomados en la letra del sujeto desapegado de su hic et nunc. La cosa, el objeto encarnado en su duración siempre está a nuestra disposición y es en esta línea que Lacan se nos aparece diacrónicamente como figura de alteridad que agita este novedoso movimiento de retornos a Freud y lectura a la letra.
    En una otra escena de metáforas y metonimias, nos encontramos con los dichos de una paciente y su texto onírico. “El sueño de la Bella Carnicera”[2] ilustra la enseñanza de Lacan retornando a Freud en lo fecundo de su axioma inédito: “El icc está estructurado como un lenguaje”. Axioma exterior al discurso freudiano y  premisa mayor de la enseñanza analítica de Lacan a partir de la que trataremos un punto de capitón de este sueño que hoy nos reúne y podríamos formular de la siguiente manera:
    ¿Por qué dice Ud. Bella Carnicera que nos ha brindado con su sueño un contraejemplo de realización de deseo cuando en realidad su sueño responde a un apuntalador de una forma de deseo como deseo insatisfecho?

DESARROLLO

    Si la órbita de los astros se modifica o presenta algún tipo de característica, ésto sólo tendrá efectos en y para el sujeto hablante per sé, no así para los astros. En esta misma línea y por la incidencia del lenguaje sobre el ser vivo hombre nos anoticiamos de ese efecto particular que es el sujeto y que es inseparable del nacimiento de la verdad en la palabra tal como nos lo presenta la ambigüedad de la revelación histérica. Es ésta una de las grandes revoluciones lógicas que producen los estoicos y que el psicoanálisis tiene como basamento: de las ficciones que un sujeto estructura con el lenguaje se puede deducir una verdad. Y es en ese sentido que la histeria es el cuadro por excelencia, porque a partir del engaño llegamos a deducir la verdad, o en todo caso la histérica la ofrece en sacrificio para que el otro la deduzca. En esta anamnesis consideramos el sueño de la Bella Carnicera como un encuentro con el sujeto en su apertura en cuanto que está constituido por la palabra dirigida al Otro y en tanto lo incluye como destinatario de la palabra. “Hay en análisis, comparado con lo que se produce en el sueño, una dimensión suplementaria: el otro está ahí y escucha, puntúa, calla desde el lugar del Gran Otro.”[3] 
    En el sueño, en su carácter de diálogo simbólico entre el sujeto y el Otro, más allá del muro del lenguaje, se produce mediante la estructura metafórica un efecto de poesía o de creación, que franquea la barra traspasando el deslizamiento incesante de la cadena significante y condensando el significante caviar por el del salmón con el fin de significar el deseo en su forma insatisfecha: “Y lo que nos dice claramente Freud, es que ella no quiere que su marido le de caviar para poder seguir amándose con locura, es decir, darse la lata, hacerse la puñeta sin cesar”[4] . En efecto, se produce la satisfacción de un anhelo, un Wunschwish (shhh...): la apertura de la dimensión insatisfecha de deseo no articulable por fuera del aplastamiento subjetivo de la demanda. Y para llegar a ésto no hay que recorrer el texto del sueño más allá de su topología: Su deseo de dar una cena debe ser leído desde el subsuelo infernal del círculo de la demanda en la medida en que se demanda con los significantes del Otro y es ahí donde la identificación histérica viene a jugar un papel importante tal como lo vemos en la representación del salmón ahumado (significante de la amiga) como deseo de caviar.  Y es en esta misma línea que situamos una secuencia de acciones fallidas enunciadas en el texto del sueño: “dar una cena, pero...” ; “ir de compras, pero...” ; “telefonear algunos proveedores, pero...”  en cuyo eje semántico lidera la metonimia deseante, la falta en ser como esencia del deseo, desplazándose en una triada dialéctica de demanda y deseo; de la amiga a la Bella Carnicera, de la Bella al esposo; del esposo a la amiga; del esposo a la Bella y finalmente de ella, Bella Carnicera, al Gran Otro.
    Es por la captura del pez en su nado vivo (“El pez por la boca muere”) que se produce el paso al orden del significante y éste exige el lugar del Otro testigo, de Amo Absoluto: “El deseo está obligado a la mediación de la palabra, y es manifiesto que esta palabra sólo tiene su estatuto, sólo se instala en su naturaleza en el Otro como lugar de la palabra.”[5] Por este mismo motivo el contraejemplo equívocamente suscitado refiere al aparato de la combustión histérica que mueve la demanda (Podríamos pensarlo como “Siga interpretando Dr. Freud. Ud se ha equivocado”), pero cuyo motor es la subyacente escisión entre demanda y deseo, donde el deseo como deseo del Otro que puntúa el mensaje, es así sostenido en su dimensión insatisfecha y su falta en ser. (“No me de caviar Dr. Freud; demando sólo una feta de salmón ahumado"). No hay entonces otro rodeo que nos permita encontrar la respuesta a esta pregunta y ésta es la permanente vigilancia de la histérica ante la falta misma inmanente en ser. ¿Por qué sueña que sólo tiene un poco de salmón ahumado, Bella Carnicera? He aquí una creación de sentido que detiene su metonimia incesante.

 CONCLUSIÓN

    El sueño de la Bella Carnicera es entonces desencadenado por la demanda de su amiga. Su significante fálico es el deseo de caviar-salmón. Ésto nos permite entonces situar al deseo como metonimia de la falta en ser, y es esta misma falta la que permite y exige la identificación con la amiga. Nuestra voz entonces desfallece ante la pronta conclusión de que el sueño está hecho para el reconocimiento del deseo, ya que el deseo es su interpretación. Y es en el contexto mismo del encuentro en análisis de la histérica con Freud y el mensaje puntuado, que logramos reconocer la forma de su deseo y el Yo falseador de la histérica, en tanto anfitrión de contraejemplos fallidos.   
    A este sujeto en fading finalmente lo situamos en algún lugar de su fantasma fundamental  sostén del deseo que abrirá una nueva vía que hoy no desplegaremos. Dejamos abierto el interrogante: ¿Acaso todo es significante?




BIBLIOGRAFIA
- Freud, S. (1900) “La Interpretación de los sueños”, en Obras Completas, Tomo IV. Argentina. Amorrortu Ed. 1979
- Lacan, J. (1953) "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis", en Escritos 1. Argentina. Siglo XXI editores. 2008.
- Lacan, J. (1954-1955) "Introducción del Gran Otro", en El seminario de Jacques Lacan Libro 2, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. Buenos Aires. Paidós. 2006.
- Lacan, J. (1957-1958) “El sueño de la bella carnicera”, en Las Formaciones del Inconsciente. El Seminario de Jacques Lacan, Libro 5. Buenos Aires. Paidós. 2005.
- Rabinovich, D. (1986) “La Palabra, la Muerte y la Ley de la Alianza”, en Sexualidad y Significante (p.9). Buenos Aires. Manantial 2012.
- Rabinovich, D. (1986) “La Estructura de Lenguaje del Inconsciente”, en Sexualidad y Significante (p.42). Buenos Aires. Manantial 2012.
- Lacan, J. (1987) “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”, en Escritos 2 (p.779-800). Argentina. Siglo XXI editores. 2008
- Eidelsztein, A. (2005) “El Grafo 3. La Pregunta”, en El Grafo del Deseo (p.100). Buenos Aires. Letra Viva 2007.



[1] Freud, S. (1900) “La Interpretación de los sueños”, en Obras Completas, Tomo IV. Argentina. Amorrortu Ed. 1979
[2] Lacan, J. . (1957-1958) “El sueño de la bella carnicera”, en Las Formaciones del Inconsciente. El Seminario de Jacques Lacan, Libro 5. Buenos Aires. Paidós. 2005.
[3] Idem
[4] Idem
[5] Idem


Comentarios

Entradas populares